Última Cena de Buñuel en Viridiana
A la familia putativa por atender siempre a esta (aunque no oficial) y a cada una de las últimas cenas que convoco, muchas gracias. No hay contento más grande que vengan a mi casa, que es la de ustedes, a emborracharse. Fabi y Rebe, gracias por el vino (Rebe, Granada estuvo de puta madre, pasa que soy un desconsiderado y un mentiroso de oficio). Coliflower, buenísimo Fontanarrosa, me río y me río y me río, haremos todo lo posible por no extinguirnos y seguir sumando años, besos reversibles. Billy Boy, dejaste un slice de pizza mop, sé que había que trabajar el día siguiente… pucha. Chimi, siempre es bueno hablar de política con alguien sobrio… pero no más de cinco minutos, beso. Wal, el tour de bares está en el tapete, no sé si este jueves, pero va a pasar hermano. Carlitos, viejo, estás batiendo record, ahora hasta sentado te caés!!! I love you too, como si fuera el sexto grado. Flaca, mi cantimplorita de tequila, como te odio, abrazo. Armando, primo lejano, quién iba a decirlo. Pame, borrachita de mis amores, llave de la casa. Y bueno, un violín de sabina, que esa noche canté en versión ranchera-pop, para quienes cerraron el portón de la casa bailando. Cualquier desatención de mi parte, espero sea excusada.
Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;
en el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí,
ella me dio las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.
Así crecí volando y volé tan de prisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió,
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.
Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron (y más de un bofetón).
Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,
lo que sé del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.
Así que de momento, nada de adiós muchachos,
me duermo en los entierros de mi generación;
cada noche me invento, todavía me emborracho;
tan joven y tan viejo, like a rolling stone.